En un zaguán de una casa, los niños recolectan
y “unen fuerzas” al llevar su colaboración de cuetes, volcancitos, abejitas,
misiles, tronadores, entre otros; para
poder quemar hasta llegar la media noche y así detonar la ametralladora que
compraron sus padres.
En las calles, carros esquivando la “guerra” de
pirotécnicos que uno que otro irresponsable arma, pero que se la disfrutan sin
importarles quemaduras o daños a la propiedad ajena.
Enfermos en los hospitales, en algunos casos,
olvidados, a merced de un milagro y ser sanados; otros que sin tener esa
fortuna ya se encuentran en preparativos para trasladarlos a salas de velación
mientras que sus familiares le lloran y lamentan la pérdida.
Contrastes típicos en unas fiestas en donde
tenemos que dar gracias a nuestro creador por lo que tenemos, disfrutar cada
momento con nuestros seres queridos meditar por lo que hemos sido como personas
y como humanos y proponernos ser más considerados con el prójimo, ayudarle y
apoyarle.
No esperar para que lleguen estas fechas y
“tratar” de ser buenas personas; tenemos por OBLIGACIÓN que ser excelentes
personas y buenos ciudadanos. Todos tenemos mucho por dar, por compartir y por
transmitir ese espíritu de optimismo en estos tiempos en donde la incertidumbre
trata de ganarnos la jugada.
Twitter @rhcastaneda