HOLA, LA SIGUIENTE HISTORIA ES PURA FICCIÓN, LOS PERSONAJES SON INVENTADOS ASÍ COMO LA HISTORIA, TODO ES PROPIEDAD Y RESPONSABILIDAD DE LA MENTE DE ESTE SERVIDOR. TRATANDO DE AMARRAR REALIDAD CON EVENTOS QUE NO EXISTEN O EXISTIERON, PERO QUE NO SE SI EXISTIRÁN. LOS 10K NOCTURNOS SI EXISTEN.


Ese tema de las zonas que podría volverse algo confuso para los no habitantes de la ciudad de Guatemala, obedece a que durante los inicios de la Nueva Guatemala de la Asunción, denominaron Zona Uno, a la parte céntrica de la ciudad, partiendo como punto cero el parque central. Luego se fueron creando esas “zonas” según fue expandiéndose la ciudad, es por ello que está famosa Sexta avenida atraviesa en línea recta las ciudad desde la zona dos hacia la zona nueve frente al Reloj De Flores.

Cada año, Arturo logra inscribirse y así lograr número para participar en esta competencia. Siempre se presenta hora y media antes de la competencia para conseguir un puesto de parqueo en una torre financiera cercana a la municipalidad, en donde realiza sus ejercicios de calentamiento para estar preparado físicamente al inicio de la competencia.
Es tradicional que muchas personas, en esos eventos es cuando se logran ver y saludar personalmente; aquellos comentarios que se escuchan: “puches vos, solo cuando hay carrera nos vemos” o bien, “solo acá nos encontramos”... Entre otros.

Cada año, Arturo, coincidía con varios estos amigos y conocidos, pero cuando dio inicio esta competencia, conoció en el parqueo del sótano de esta torre financiera a Daniel, con el cual hicieron “click” ya que ambos eran adictos a las carreras. Para ellos era un sentimiento especial la carrera de diez kilómetros nocturna, les emocionaba recorrer las arterias capitalinas ante el calor de los aplausos y el ambiente tan acogedor que está competencia brindaba.
Normalmente se encontraban en el parqueo y al final de la competencia en las instalaciones de la municipalidad, donde siempre había música, alegría, fotografías y todo un ambiente de alegría, hermandad y amistad entre los competidores.

Durante el recorrido era la primera vez que ambos llevaban el mismo ritmo y se fueron juntos los diez kilómetros del trayecto. Ingresaron juntos a la meta y Daniel le brindó un fuerte abrazo y se prometieron volver a verse el próximo año, como siempre lo hacían; rieron, bromearon y se molestaban en referencia a que solamente para esta carrera se miraban.
Llego el evento del siguiente año (2015), y nuevamente Arturo, con el ritual anual; llegó al parqueo de la entidad financiera hora y media antes de la competencia para poder realizar los ejercicios de calentamiento antes de la carrera.
Justo luego de la entonación del himno de Guatemala, el alcalde de la ciudad, antes de dar el banderazo de salida, dedicó un minuto para honrar a dos grandes corredores que habían sido grandes atletas y que pusieron en alto el atletismo del país y a quienes dedicaba la carrera.
En la pantalla gigante que utilizaban para transmitir el cronómetro de cuenta regresiva, aparecieron dos fotografías. La primera, la de un gran atleta que durante un entrenamiento previo a una maratón había sufrido un paro cardiaco y había fallecido; luego la otra fotografía, la del hijo, quien durante una competencias, sufrió de un desvanecimiento por insolación y deshidratación, había fallecido hace diez años, y este personaje era Daniel.
Arturo, mudo y desencajado, logró divisar a los familiares a quienes les estaban entregando los reconocimientos y las honras. Les pregunto respecto a la vida de Daniel, y los familiares, sin prestar asombro, le comentaron que Daniel era un corredor que nunca pudo hacer un compañero de carreras, y que su sueño siempre fue el de encontrar a alguien que terminara una competencia con él.
Luego de la conversación, Arturo se retiró incrédulo, pensando y concluyendo que ayudó a un alma del más allá a cumplir su sueño y recordó ese último abrazo que se dieron en la carrera del año anterior.
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