EL
TESORO DE LA POZA
Corre
el agua color turquesa, embelleciendo siete caídas de agua que forman siete
pozas al final de cada cascada. Profundas y transparentes y refrescantes.
Miguel
y su novia Ana fueron de visita a este lugar, dispuestos a relajarse y tomar un
chapuzón. Ana entusiasmada tomando fotografías del lugar, mientras Miguel
miraba en todos los rincones que la vista le alcanzaba a través del agua
cristalina de las pozas.
Fueron
escalando en el terreno montañoso y húmedo, se detenían en cada cascada. Miguel
no quiso llegar a la última poza, se quedó enfrascado en la quinta y con la
insistencia que ahí nadaría.
Ana
insistía para subir y Miguel no cedía, le tomó la mano y le invitó a
zambullirse. Dentro de la poza, no dejaba de apreciar los bellos ojos de la
chica que hacían juego con el color del agua. Miguel le dio un beso y se
sumergieron.
Luego
de un par de minutos, Miguel subió con un pequeño cofre, lo abrió; sonrió y se
fue.
Contaba
una leyenda que en la poza más profunda, el que sacrificara a una virgen de
ojos del color del agua, disfrutaría del tesoro oculto que había en ella.