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miércoles, 27 de julio de 2022

LAS EVIDENCIAS

 

El cuchillo manchado de sangre yacía en sobre la alfombra. Miradas buscando culpables alrededor. Salvo por Laura, que lloraba sobre el cuerpo inerte de Juan.

El edificio de apartamentos, en lugar tranquilo; el administrador del inmueble tratando de entender. El vecino de a la par miraba para todos lados, el investigador tomaba nota con su mirada fija en su libreta, los agentes de la policía con sus lámparas buscando recabar evidencias.

Laura se le tiró al investigador, tomándolo por la solapa de su gabardina, pidiéndole justicia e investigar. El vecino con su mirada fija, no le bajaba la mirada el investigador. El administrador alegaba porque ahora ¿Quién le iba a pagar la renta de los dos meses que le debían?

Saúl se retiró de la escena. Como buen investigador ya llevaba toda la información que necesitaba. Miró a Laura con ternura y colocando la mano sobre su hombro le dijo que todo se iba a resolver.

Volteó a ver al vecino, quien le continuaba mirando a los ojos con nerviosismo. Se le acercó y le preguntó si le sucedía algo, a lo cual el vecino le respondió con la negativa, volteándose y caminando hacia su apartamento, ingresando y cerrando la puerta de un solo golpe.

Saúl disponía a retirarse cuando escuchó el abrir de una puerta, era el vecino; quien le dijo que podía conseguir el video del asesinato, ya que el tenía cámaras escondidas en el pasillo y que seguramente grabaron al asesino. Pero que el video lo podía descargar al día siguiente, ya que las imágenes se grababan en el servidor que se ubicaba en su empresa.

Saúl sorprendido, le persuadió que, por ser un crimen, fueran en ese momento. El vecino hizo un par de llamadas y salió rumbo a su oficina.

Saúl le dijo que llegaba en un par de horas en lo que iba a revisar evidencias a la comisaría. Regresó la mirada a Laura y le pidió tranquilidad, prometiéndole que todo iba a estar bien.

Llegó a la comisaría y a los investigadores que le acompañaban les pidió que llevaran las evidencias que habían encontrado. Se encerró en su oficina y en unos minutos salió con su maletín y se dirigió hacia el trabajo del vecino, que era experto en informática. Él ya lo estaba recibiendo con un café y unas donas, Saúl le agradeció.

Y sin tanto preámbulo le preguntó si ya había visto las cintas, y el vecino le dijo que sí; pero que no podía reconocer al único individuo que aparece en las tomas, ya que iba todo de negro, con un sombrero, lentes oscuros y por las restricciones de la pandemia también iba con mascarilla. Así que no lo pudieron reconocer.

Saúl con su ojo experto, observó un detalle que el vecino no vio. Se puso nervioso. Le preguntó desde cuándo tenía las cámaras colocadas. Y el vecino le comentó que desde hace unas cuatro semanas. En lo que estaban platicando de la instalación, el vecino detuvo la reproducción y con realización le dijo a Saúl: <mire… mire eso… ahí tiene la primera pista.>

Saúl se había percatado, solo que no había dicho nada. En ese momento le pidió una copia de la grabación y le pidió borrarla de sus sistemas para no entorpecer la investigación. Esperó a que la labor fuera realizada y le pidió al vecino que se regresara a su casa, agradeciéndole su buen trabajo y el café de esa noche fría y lluviosa.

Ambos se retiraron, el vecino estaba a unas calles de llegar, cruzó por una calle silencia y un tipo se le hizo el alto.

<Ahora qué…?>- alcanzó a decir el vecino y solo sintió un frío ligero que recorría su cuello que luego se convirtió en líquido viscoso caliente que recorría su cuello y caía sobre su ropa; se tomo su cuello con las manos y ya no pudo detener el sangrado. Le habían cortado el cuello.

Saúl, se dirigió a los apartamentos, pasó validando la escena del crimen. Ya el cuerpo había sido retirado, Laura aún sentada en las gradas de entrada del edificio; lloraba. Él se sentó a la par de ella, la trató de consolar. Luego se paró y se dirigió a la habitación del vecino, quien no había llegado.

Saúl más tranquilo, metió su mano en el bolsillo, extrajo una llave y abrió la habitación. Inició su búsqueda y encontró lo que buscaba. El servidor que trasladaba la información de las cámaras hacia la oficina, lo tomó y lo metió en su maletín.

Con ello se aseguraba que nadie pudiera tener acceso al video en donde aparecía claramente la pulsera de oro que el vecino y él vieron en el video del posible asesino de Juan. Era la pulsera que Laura le había regalado a Saúl cuando eran prometidos, la pulsera que Saúl aún utilizaba. Ya que aún amaba a Laura y ahora tenía el camino libre para tratar de estar con ella.

Para Saúl, las evidencias ya habían sido borradas.

lunes, 4 de julio de 2022

REGRESANDO DE CORRER

 

Salieron a correr por toda la calzada Roosevelt, de occidente al centro, saliendo de por ahí de un lugar de carnitas en la Colonia Toledo. <Solo es de terminar el recorrido y no nos caería mal una buena libra de carnitas y chicharrones> -le decía Jorge a Hugo.

Pasaban ahí frente al mercado “El Guarda”, antes de llegar al Trébol. <Ojalá no nos vaya a “poner” (asaltar) ¡!> -Hugo bromeaba.

Pasaron con cuidado frente a la escuela tipo federación, ya que los motoristas y camioneteros no le amagaban para pasar pegados a la acera y llevarse lo que encontraran a su paso. Dispusieron no llegar hasta las instalaciones de Seguridad Social de Pamplona, porque muy silencio. Así que nada más llegaron a la pasarela peatonal, la subieron y por ahí retornaron para seguir corriendo por la avenida Bolivar.

Iban tranquilos, hasta que pasaron frente a la mueblería en donde aquella pareja le hizo al “chimisquiz” para protestar contra el gobierno. Se rieron de esa ocurrencia.

Llegaron hasta el mero mercado del Amate. Le dicen así, ya que según cuentan; antes estaba un gran árbol de amate, lugar o punto de reunión de transportes donde adicional a los viajeros, era un punto de comercio.

Por ahí aceleraron el paso porque ya estaba cayendo la cálida luz del sol, y en lo que iban bajando la calle, dispusieron dejar el menú de carnitas para otro día. Se iba asomando la fachada lúgubre e icónica del Cementerio General.

<Bueno mi estimado, acá nos separaremos de nuevo. Y regresaremos allá por las carnitas en otra oportunidad, lugar donde nos atropellaron hace u par de años y tuvimos que despedirnos de este mundo; mientras tanto ahorita a regresar a nuestros nichos para tratar de descansar en paz otro año más>.

LA TINA

Luego de relajarse en su baño nocturno en agua tibia y con jabón de espuma, Estela apagaba el grifo de la tina y dejaba escapar el agua por la tubería. Afuera en la habitación, escuchaba a sus dos hijos que le preguntaban al papá para saber en qué momento ellos entrarían también a jugar en la tina; el papá les decía que esperaran mientras el terminaba de hacer una llamada al teléfono. Estela se apresuró y salió del baño a la habitación. Los hijos miraban al papá mientras terminaba la llamada, insistiéndole que los fuera a dejar a la tina.

El papá terminó la llamada con un: <Sí padre, así lo haremos.>

Estela los miraba desde la puerta del baño.

Y los niños miraban hacia adentro del baño e insistían: <Apúrate papi, ya se terminaron los ruidos que hacen los fantasmas cada lunes en la noche.>

El papá con los ojos llenos de lágrimas, recordando el consejo del padre de elevar una oración por Estela que ese día cumplía 40 días de fallecida.