Empieza la temporada de reuniones entre amigos,
familiares, compañeros de trabajo, cuchubales, amigos de colegio, entre otros
más. Se programa el lugar, la comida, la bebida y se contactan e invitan a los
participantes, todos con la alegría de compartir historias, anécdotas y
principalmente fortalecer esos lazos de hermandad en estas fechas en las que el
espíritu de la alegría, bondad y amistad se hacen presentes con más fuerza.
(Aunque siendo franco, en nuestro país necesitamos este espíritu todos los días
del año y no esperar hasta estas fechas.)
Pero mientras los buenos ciudadanos estamos en
el rollo de terminar el año con pie derecho, a pesar del recorrido que nos pudo
haber planteado este año dos mil catorce; nos enfrentamos a otros personajes;
que luego de su organización y planificación, han hecho un mega convivio con
nuestro futuro tributario.
No es la culpa de la población que sí trabaja y
que por ineficiencias en la capacidad de captación tributaria, nos vengan a
crucificar por otros rubros para poder garantizar un ingreso que les permite
hacer de todo y sin que la población nos demos cuenta de nada en donde estén
invirtiendo esos impuestos.
Alguien decía, en un programa radial; que
recaudación tienen, pero el tema es que no llegan a su meta de recaudación.
Ahora bien, dejo en claro que no estoy en
contra de que se paguen impuestos; soy fiel creyente que impuestos debidamente
invertidos en el país, pueden llegar a generar desde fuentes de empleo
hasta inversión en infraestructura que
permitan crecer económicamente al país.
Pero, lamentablemente en nuestra bella patria
NO existe esa transparencia y solo se ven circular en los medios noticias de
“no hay dinero”, “no tenemos recursos para invertir”, “necesitamos generar
bonos para tener más dinero”. Y francamente no vemos noticias que digan “hemos
invertido tanto en esto o aquello, lo cual nos generará una tasa de retorno del
“x %”
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