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miércoles, 15 de junio de 2022

LOS APARTAMENTOS

 

LOS APARTAMENTOS

La pareja tenía que sellar su compromiso con la compra de un terreno o un apartamento. Casas ya no había disponibles y las pocas que se encontraban, estaban para pagar un alquiler muy alto. Era mejor comprar un terreno y construir o bien comprar un apartamento en un edificio, con aquello de los frecuentes temblores y que la estructura cumpliera con las normas de construcción. Luego de varias visitas a conocer los proyectos, se habían tomado días en revisarlas y tomar la decisión. La propuesta que les interesaba era con una asesora independiente, que se dedicaba a conseguir lugares apropiados para morar.

Doña Nuria al fin recibió la llamada para concertar la cita por la tarde y cerrar el trato. Ella feliz, claro; la comisión muy buena y la pareja de Liza y JuanCa le había caído de maravilla. Cerrarían buen negocio.

Quedaron de reunirse en uno de los apartamentos. Liza ya había llegado, radiante y feliz. Sus ojos color miel brillaban ante los rayos de sol que adornaban el atardecer, sonreía y disfrutaba del momento. Doña Nuria, ansiosa y mirando el reloj para al fin cerrar el negocio. JuanCa que llego con ligera demora, se disculpó con doña Nuria; ella quedó más tranquila y le invitó a JuanCa a sentarse. Lo miraba algo raro; la mirada perdida, con ojeras bien marcadas y una sonrisa que ni por más que la hiciera forzada no le salía. Liza le sonreía y le acariciaba el cabello con la mano derecha y ella se recostaba sobre su hombro.

Doña Nuria, apreciaba el escenario y le ofreció un vaso con agua. JuanCa asintió.

Doña Nuria, mientras sacaba los papeles, empezaba a recordar la última reunión en que durante un momento no paraban de reír por una anécdota que Liza recordaba y que se burlaba de JuanCa, quien se ruborizó de la broma.

JuanCa la escuchaba, con esa mirada de desconexión con al realidad, ojos vidriosos y ojeras que parecía que no había dormido en noches. Liza sonriente y sin decir palabras, seguía acariciando su cabello con su mano izquierda sobre su hombreo.

Doña Nuria, terminó la conversación destacando la alegría, mirada y risa de Lisa. Y JuanCa le pidió que le enseñara los papeles de los terrenos que ella también le había presentado; que eran los terrenos en el cementerio. Que, en efecto, Liza no le pudo acompañar a la cita, porque había fallecido la noche anterior y quería darle una sepultura digna, ya que ella se había ido para no volver.

Liza sonrió y se fue desvaneciendo su espíritu cuando los rayos del sol terminaron de ocultarse en esa tarde del adiós para siempre.

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