Luego de relajarse en su baño nocturno en agua tibia y con jabón de espuma, Estela apagaba el grifo de la tina y dejaba escapar el agua por la tubería. Afuera en la habitación, escuchaba a sus dos hijos que le preguntaban al papá para saber en qué momento ellos entrarían también a jugar en la tina; el papá les decía que esperaran mientras el terminaba de hacer una llamada al teléfono. Estela se apresuró y salió del baño a la habitación. Los hijos miraban al papá mientras terminaba la llamada, insistiéndole que los fuera a dejar a la tina.
El papá terminó la llamada con
un: <Sí padre, así lo haremos.>
Estela los miraba desde la
puerta del baño.
Y los niños miraban hacia
adentro del baño e insistían: <Apúrate papi, ya se terminaron los ruidos que
hacen los fantasmas cada lunes en la noche.>
El papá con los ojos llenos de
lágrimas, recordando el consejo del padre de elevar una oración por Estela que
ese día cumplía 40 días de fallecida.
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