Y así es con la semilla más importante de nuestra vida, aquella que, desde el momento que se fecunda, se le deben de empezar a dar todos los cuidados necesarios para su crecimiento y desarrollo. Nuestros niños, con quienes tenemos el compromiso de cuidarles, de regarles de cariño, respeto y afecto, darles amor, comprensión y ternura.
Nutrirlos, alimentarles el físico, la mente y el alma para que sean personas de bien. Alimentos apropiados, leerles un buen libro, inculcarles el respeto por las personas.
Tallo y raíces fuertes, forjando en ellos los cimientos necesarios para que sean ciudadanos de bien, instruirles que somos seres humanos y como tal nos merecemos respeto los unos a los otros. Que sin importar condición económica, raza, religión, etc. Todos vivimos en un mismo país, en un mismo mundo. No dejar que se lleguen a influenciar por noticias amarillistas, video juegos que incitan a la violencia, programas de televisión con contenido ilógico y que degradan al ser humano y a la sociedad.
Que no aprendan de la corrupción, de la falta de justicia, de la ignorancia gubernamental; hay que enseñarles a que ellos son el cambio, que aún hay gente buena que quiere un futuro mejor, que lo malo mermará; pero eso dependerá de cada uno de nosotros.
Padres y madres, educar bien a los niños; no lo aprenderán en la calle, ni en los colegios, los cuales se dedican a tener más alumnos para obtener más ingresos, que por preocuparse por brindar una educación con excelencia con personal calificado para importante labor o las escuelas, que con los pocos recursos que da el gobierno, tienen que ver cómo subsisten que a veces ni maestros llegan a tener.
Nuestros niños son la base de la sociedad; son la semilla que tenemos que cuidar para que sea un árbol lleno de buen fruto. Guatemala, nuestros niños merecen paz, amor y educación. Twitter @rhcastaneda
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